martes, octubre 02, 2007

Encuentros afortunados

Es increíble como cuando los ojos están dispuestos a ver y los oídos a escuchar, las respuestas vitales llegan de las más sorprendentes fuentes.

Este fin de semana, en la fiesta de la primavera del colegio de mi Gabriel, un acto de uno de los cursos pequeños del colegio, me dejó marcando ocupado con un mensaje de una profundidad abismante.

El sueño del sapo.

Una tarde un sapo dijo:
- Voy a soñar que soy arbol.
Y dando saltos hasta su cueva. Iba feliz, por que iba a ser árbol esa noche.
Todavía andaba el sol girando en la rueda del molino. Estuvo largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se quedó dormido.
Esa noche el sapo soñó que era árbol.

A la mañana siguiente, contó su sueño. Más de cien sapos lo escuchaban:
Anoche fue árbol – dijo -, un álamo. Tenía raíces ondas y muchos brazos como alas, pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.

El sapo se fue a la huerta y se quedó descansando bajo la hoja de una acelga. Esa tarde el sapo dijo:
- Voy a soñar que soy río.

Al día siguiente contó su sueño, más de cien sapos de agruparon para oírlo.
Fui río anoche – dijo – a ambos lados, lejos, tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. La misma prisa por partir, la misma prisa por llagar. Descubrí que los barcos se llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está quieta, es la espuma que anda, el río siempre está callado, es un largo silencio que busca las orillas, la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño, sube y baja por las espirales de un caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena, siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.


Y el sapo se fue. Volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que marcaban el límite del perejil. Esa tarde el sapo dijo:
- Esta noche voy a soñar que soy caballo.

Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon, alguno vinieron desde lejos para oírlo.
Fui caballo anoche – dijo. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando a un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oí latir el corazón del hombre que me lastimaba. Bebí en un arroyo, vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó en mi lomo. No me gustó ser caballo.

Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente se dijo:
- No me gustó ser viento.

Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:
- No me gustó ser luciérnaga.

Después soñó que era nube, y dijo:
- No me gustó ser nube
Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua. ¿Por qué estás tan contento? – le preguntaron.

Y el sapo respondió.
Anoche tuve un sueño maravilloso.

Soñé que era sapo.

2 Palabras :

Blogger Claudia Castora Dice que dijo...

Bello cuento.
Es increíble a veces como estas pequeñas historias nos hablan de lo bello, de lo simple.
Y qué mejor que conformarse felices con lo que nos ha tocado ser.
Yo...con una que otra novedad.
Pase a verme.

4:30 p. m.  
Blogger Barbaraza Dice que dijo...

El tema es el aceptarse tal cual uno es...
Yo soy feliz porque anoche soñe que era la barbaraza...
Abrazos llenos de luz cósmica para ti...

12:09 p. m.  

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