lunes, febrero 06, 2006

Comunicación y Viajes: cuento (I parte)

En honor a un hermano de rutas, busquedas e interrogantes....


"Que silencio, que soledad, que lejanas sensaciones se viven en esta inmensa ciudad. Nunca imaginó que entre 14 millones de personas pudiera sentirse tan solo, tan lejano. Se imaginó si, que Tokio podría ser algo como esto, un mar humano, de respetos, silencios y lejanías. Pero nunca una soledad tan acompañada, un silencio tan bullicioso.
Para un latino común, oriente si que está al otro lado del mundo, mas para él, judío errante, no parecía tan lejano; o al menos eso pensó ese martes cuando distraídamente leyó el anuncio.
Al límite económico de su ya muy extenso viaje, Estambul parecía un buen lugar para emprender la vuelta al hogar, o al lugar de donde había partido hacía ya casi un año. Sin embargo, el destino tenía para él otra parada intermedia.
Justo en el café donde programaba su retorno, un cartel escrito en hebreo y desestimado por el fuerte de las personas del lugar, señalaba la posibilidad de un trabajo de vendedor en Japón.
Motivado por el mismo espíritu que lo llevó a iniciar este intenso derrotero, tomó el teléfono y llamo al número señalado para conocer los requisitos y ofrecimientos del trabajo en cuestión.
Muy escuetamente la voz al otro lado del teléfono, a más de 14.000 kilómetros de distancia, le explicó que el trabajo consistía en vender joyas, de manera itinerante en algunas ciudades cercanas a Tokio y que la paga era muy buena dada la libertad y tipo de trabajo. Sin más que esos dos minutos de conversación con una voz desconocida, cambió de súbito su destino desde Santiago, al extremo del fin del mundo, hasta la ciudad más populosa del planeta, Tokio en el corazón de Japón.
Sin entender muy bien como, llegó a un mundo extraño, donde la masa humana, ordenada y limpia, le parecía más inhumana que en ninguna otra parte del globo, ajena, ausente, realmente remota. Así entre un cúmulo de incertezas, se encontró con su contacto comercial y en algo así como diez minutos, le explicó que el trabajo consistía básicamente en vender joyas en los alrededores de la cuidad, información que ya manejaba, que le entregaría un auto y un maletín con un buen surtido de joyas y que en treinta días más habrían de juntarse para la correspondiente rendición de cuentas. Luego de estas breves palabras, lo llevó hasta el estacionamiento del aeropuerto, le mostró el vehículo, le entregó la llave y un maletín de cuero, además de un pequeño mapa de orientación para acceder a los poblados cercanos a la ciudad y que potencialmente pudieran considerarse como buenos blancos de venta.
Tampoco imaginó que el trabajo estaría tan lleno de problemas, ya que no consideró que el trabajo de “vendedor itinerante” no es un trabajo formal en esta parte del planeta y que desde la autoridad hasta los mismos “Yakuzas” estarían, por decirlo de alguna forma, preocupados de sus tareas laborales.
Sus días viajaron mucho más lento que él mismo, y la soledad y el silencio le cobraban a diario esta, su intensa búsqueda de aventuras. De más está decir, que hasta la presencia de uno que otro europeo con el cual entablar una breve y ecléctica plática, constituían en sí todo un evento digno de celebrarse.Sin embargo, dentro de estas lejanías tan extremas, las formas de comunicar no terminarían de darle sorpresas..."

3 Palabras :

Blogger Unknown Dice que dijo...

Hola Rodrigo, ¿dónde habias estado todo este tiempo? me encantó tu estilo y te enlazaré para leerte seguido.
Cariños
Tarí

2:41 p. m.  
Blogger Rodrigo Z. Dice que dijo...

Tarí:

Estaba acá, en mi rincón escondido... abierto al mundo.

Igualmente, me gustó mucho tu sitio, y por ello me permití dejarte algunas letras.

Un abrazo.

R.

4:37 p. m.  
Blogger Unknown Dice que dijo...

Rodrigo, te enlazaré para que no te me pierdas y no te escondas, debes mostrar al mundo lo bien que escribes.
Cariños
Tarí

9:28 p. m.  

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