jueves, septiembre 28, 2006

Creatividad y Amor



No me quiere – me dice.
Y por eso tuve que separarme… yo amaba demasiado, pero a mí no – finaliza su sentencia.




De estas dos oraciones, asomaron en mí muchas reflexiones; tantas que no me decidía cual de ellas compartir. Sin embargo, leyendo y pensando (acciones que cada vez hago menos) consentí en escribir un poco acerca del amor y la creatividad.

Primero me pregunto, si alguien no me quiere: ¿es un problema? Y de serlo, ¿es un problema mío? Es posible que para muchos, el que alguien no le quiera pueda revestir un problema, y acepto a bien que se pueda llegar a pensar así; sin embargo, creo que de pensar (o creer sentir) así, el problema radica en quien no se siente amado, ya que denota de una u otra forma la carencia de amor de éste o más bien, según yo, la falta de capacidad para sentir el amor, que es un campo que abarca el mundo entero y mucho más allá. El amor siempre está, solo que, como la belleza, no siempre sabemos apreciarlo (sentirlo).

Es sorprendente, que quien me dijo: “no me quiere”, lo cual para mi no es más que carencia afectiva (con dejo de obsesión por el “objeto amoroso”), tuviera una gran familia, un hijo, un entorno lleno de amigos, mascotas, en fin, un sin número de seres y entidades que sí aman, lo aman… mas es incapaz de observar y disfrutar este amor.

Por otro lado, cuando sí estamos henchidos de cariño, y lo sentimos como tal; para mí lo único que queda es señalar:

“Yo te amo, no quiero vivir como víctima toda mi vida. No. Yo te amo y eso basta. Si tú no me amas, es tú problema, no el mío...”

Respecto a la segunda frase, me inquieta pensar que se pueda “amar demasiado”, ya que el amor es y listo, no se ama un poco, o a medias, con condiciones, bajo amenazas, a medios tonos…. Se ama y ya. Si se ama, se ama todo con la misma intensidad. Todo se ama, si se hace con el corazón: se ama al enemigo y al amigo, al padre y al hijo, a Dios y a uno mismo, a las cosas y las personas, a los animales y las piedras, al pecador y al santo, al cuerpo y al espíritu. Por lo que creo es imposible amar demasiado, por ahí el victimizarse, en pos de alguna redención mal entendida, o sufrir para negarse la libertad, es la causa de estos pensamientos; si amo y me duele amar, no estoy amando; si amo con condiciones, no amo de verdad; si amo solo para mi… estoy lejos del amor.

Por esto creo que la fuerza del amor, creadora, armónica, constructiva, es nuestro principal motor de ayuda para “crecer” y desenvolver ese diamante perfecto que todos somos, pero no podemos ver.

Armonía (y creación), contraparte de la entropía (y destrucción), es el poder cósmico que nos ayuda a crearnos, a recrearnos, a conocer el amor y proceder en él, desde nuestro propio interior y mucho más allá…