viernes, marzo 24, 2006

Fábulas de aprendizaje



Desde hace ya un tiempo que no abandonaba tanto tiempo este, mi espacio, de crecimiento o mi quinto camino. Sin embargo, en mis nuevas condiciones laborales he tenido un par de semana, en las que ni siquiera he podido comenzar algún párrafo de un ensayo. Comencé con algo del aprendizaje y su relación con la enseñanza, de cómo el proceso de aprender no necesariamente está ligado al proceso de enseñar...

En esas cavilaciones e intentos de textos, hoy en un pequeño espacio de tiempo, recordé un tema musical, el cual refleja en mi torpe entendimiento, el fenómeno anterior.

Tal vez habré cantado unas mil veces “La fábula de los tres hermanos”, repartidas entre diez años de ejercicio, y solo el año pasado, que ya casi ni me acordaba de ella abandonada hace un lustro, se asomó a mí con nueva cara y de pronto algo nuevo apareció en el horizonte de mi comprensión.

Silvio hace su pregunta, y pide le comentemos acerca de que pensamos. Yo por muchos años, sin entender, sin ver, sin leer en sus letras, no tuve la menor idea que expresar de esta canción, salvo su festivo ritmo y su configuración como lugar común de muchas reuniones.

Mas al cabo de mucho tiempo, asomó mi primera opinión de esta canción. Si un hermano va mirando el piso, y no ve los problemas del frente cae; si otro va mirando el horizonte no ve el presente y cae, si se va mirando todo pronto llega el extravío e irremediablemente se cae... Era evidente, ¿no? ; luego, nunca hay solución para la premisa que motiva el camino: NUNCA EQUIVOCARSE O ERRAR.

Cuando “vi” realmente que la intención es no caer, y se cae; me quedó claro que el motivo de la ruta está equivocada, ya que no es posible no caer, no errar, no sufrir...

Si caminamos en pos de propósitos ilusorios, es seguro que el dolor extremo llenará nuestra ruta.

Hoy creo he entendido el mensaje de Silvio allá por el año 1979, muy relacionado al amor al camino, mas que el amor a las metas. Entiendo que de una u otra forma, su mensaje se parece al de Nietzche: prefiero querer lo que hago a hacer lo que quiero...

Y de esta magia de entender, que se da como conjunción de muchas historias, procesos, vivencias e intenciones, más se me aclaro como el aprender no necesariamente está relacionado con enseñar. Yo me he tardado 18 años en aprender la lección que Rodríguez intentó enseñarme, en 1988.

miércoles, marzo 08, 2006

Día de la Mujer


Sin lugar a dudas hoy, Día de la Mujer (que de plano considero sexista), da para saludarlas y agradecerles por estar allí y por formar la mitad más interesante de la humanidad.....






Hoy es el día de volver al útero materno,
de volver hasta el regazo de la abuela,
hasta la caricia de la amante,
a las cosquillas de la hija
a las palabras de la amiga.

Hoy es buen momento para agradecer
la poesía viva que son sus movimientos,
esta infinita alegría de tenerlas cerca.

Hoy es tiempo para celebrar
que esta energía YIN:
receptora y transformadora,
que nos empapa siempre, les pertenece.

La matriz, el centro, el seno,
la ternura, la hermosura, la tibieza,
la armonía, la tersura, la dulzura,
la suavidad....

Por que poesía eres tú
y la magia profunda es tu medio
para transformar el plomo en oro
para trasformar el llanto en risa
para transformar al hombre...
en humano.
Con todo mi cariño para ti en este día.
Rodrigo.

martes, marzo 07, 2006

Esas historias lejanas: 1


Cuando la conocí, me pareció la mujer más tierna que había visto, sus ojos inmensos como océanos negros, expresaban esa emoción de cachorros pequeños, con el alma abierta hacia el todo; de algún modo imaginaba que se parecía a mi, con cara de gazapo temeroso. Una mucho más hermosa por cierto.

Siempre me motivó el realizar acciones de arte, que en mi familia eran muy normales, pero la decisión de incorporarme a un taller de teatro, me pareció francamente ineludible. Así que inducido e induciendo a un par de amigos, nos incorporamos a la aventura de dedicarnos al teatro, siendo científicos. El grupo de amigos lo componíamos un economista y dos naturalistas, que nos conocíamos de los años de bachillerato común de ingeniería. Uno de mis amigos era manifiestamente amanerado, muy afectado en cada una de sus observaciones y con un insondable pasado que lo llevaba desde internados en Moscú a orfandades tempraneras. El otro era uno de esos tíos con una presencia magnética, pero atemorizante. Para mi era como un buen hombre, en una funda de mago negro. Muy divertido y con una gran empatía común.

Ella estaba allí en el taller, de vuelta de una vida que su carita de niña no refleja, renaciendo del sufrimiento que solo ella misma conocía. Me llamó profundamente la atención, me conmovió, me sedujo, me embrujó. Más tarde, mucho más tarde, entendería que sería el inicio de mi más gran obsesión. Había otras chicas, guapas también, pero con otra belleza, una más superficial, más de apariencias, yo en ella veía bellezas mucho más allá de los ojos, de los míos. Bellezas profundas, no descubiertas, metamorfoseadas, y en los gestos hoscos y tímidos, yo veía nada más que temor, me enternecía y me excitaba. La unión de la ternura y la lujuria, por mucho tiempo me han parecido, una real necesidad al momento de generar relaciones de pareja. Si sumo además, que es una mujer muy hermosa y en esos días de lozana juventud, estaba radiante, me fue imposible alejarla de mi cabeza, del mar agitado de los sentimientos-pensamientos. De los míos.